–Dime, Will… ¿Qué consigues tú con todo esto?
–Mmm… voluntariado. La actividad de hoy es enseñar a la gente a divertirse, porque déjame decirte que quedándote aquí encerrada lo estás haciendo de pena. Eso y que evito que algún psicópata te asesine la noche de Halloween y nadie pueda ayudarte porque estás sola en casa.
–Así que técnicamente debería darte las gracias.
–No estaría mal –respondió– pero me basta con que me digas que vienes.
Valerie tardó un rato en responder, más por apariencia que por otra cosa, porque la respuesta ya la tenía preparada desde hacía unos minutos.
–Deja que me cambie.
Will sonrió. Pocas veces no conseguía lo que se proponía.
–Puedes ir así –dijo señalando el pijama rosa de conejitos– Hoy es el único día en que puedes ir como quieras y nadie te dice nada.
–Entonces casi puedo ir hasta desnuda.
–Y yo sería el primero que te apoyaría.
Valerie lo miró con expresión enfadada mientras se encaminaba al pasillo, dejando la puerta abierta. Will se tomó eso como una invitación y comenzó a seguirla unos pasos atrás.
–Por cierto, ¿De qué vas a disfrazarte?
–Yo ya estoy disfrazado –Dijo el chico y Valerie se dio la vuelta y lo miró. Vestía una camiseta azul oscura y unos vaqueros, lo mismo de siempre; pero tampoco es que ella se fijase en lo que llevaba puesto todos los días– Voy de tío sexy.
Valerie puso los ojos en blanco y comenzó a subir las escaleras hasta su cuarto.
–Ahora vengo. Quédate aquí –Y Will obedeció mientras empezaba a cotillear por el salón.
Veinte minutos y tres segundos más tarde, Valerie comenzó a bajar las escaleras. Will la oyó a sus espaldas, pero no se giró, continuó mirando la foto que sostenía entre sus manos.
–Que pinta tenías cuando eras pequeña –comentó divertido. Valerie pudo ver una foto de ella en su noveno cumpleaños, soplando las velas de su tarta, mientras hacía una extraña mueca.
–¿Y qué pinta tengo ahora?
Will se giró para verla. Llevaba un vestido verde esmeralda, hasta las rodillas, con medias negras. La envolvía una corta capa que le llegaba hasta el pecho y un colgante plateado le rodeaba el cuello. La joven había improvisado un repentino atuendo y únicamente la capa era parte de un antiguo disfraz de la función del colegio. Valerie se subió la capucha puntiaguda de la capa negra y levantó los brazos en signo interrogativo.
–¿Y bien?
–¿Una bruja? –Preguntó; parecía decepcionado.
–Así es –respondió la muchacha– ¿Por qué? ¿No me queda bien?
–Esperaba más originalidad por tu parte, Clark –respondió– No sé... Demonio, colegiala… o enfermera –Valerie lo fulminó con la mirada– ¿Pero una bruja?
–No tengo otra cosa –dijo la joven, encaminándose hacia la puerta– Puedes tomártelo como una bruja sexy.
Will pareció satisfecho con la idea.
–Así vamos conjuntados.
Ya esperaba que fuera de la casa la aguardara una gran moto que, según Valerie, todos los chicos guapos, malos e idiotas tenían. Pero por mucho que Will fuera guapo y extremadamente idiota, de malo tenía poco; y al lado del porche de la casa de Valerie Clark los esperaba un precioso coche azul claro. Las luces del coche parpadearon y la joven se deslizó en el asiento delantero.
–¿Dónde está la casa de Sam?
–¿Dónde está la casa de Sam?
–A las afueras –dijo. Se puso el cinturón y giró la llave en el contacto. El coche dio un pequeño tumbo y se puso en marcha.
–Donde no hay nadie.
–Si a nadie te refieres a los vecinos, cierto. Podemos hacer todo el ruido que queramos y nadie se quejará. Pero creo que los invitados llegan hasta las doscientas personas, más los acoplados y los que se cuelen…
–¿Doscientas? –preguntó la chica horrorizada.
–Sí –contestó, mientras giraban por una calle– Pero no veas lo deprisa que se largarán cuando vean llegar a la policía.
–¿No has dicho que no había vecinos? Nadie puede quejarse a la policía.
–Sam sube la música con facilidad y suele llegar hasta el pueblo. Hacemos los mismos decibelios que un concierto de ACDC.
–Eso no puede ser bueno.
Apenas transcurrieron cinco minutos, Will paró el motor frente una casa blanca, semejante a todas las demás de la calle.
–Sam sube la música con facilidad y suele llegar hasta el pueblo. Hacemos los mismos decibelios que un concierto de ACDC.
–Eso no puede ser bueno.
Apenas transcurrieron cinco minutos, Will paró el motor frente una casa blanca, semejante a todas las demás de la calle.
–¿Qué hacemos aquí?
–Vamos a por un amigo.
–¿Un amigo? –preguntó ella, algo preocupada de repente.
Y por mayoría
de votos, al final ha sido convencida por Will. La historia de Paula
se va haciendo larga y puede que el final exceda el plazo de la
temporada de Halloween ;)
Y ya sabéis,
vosotros sois los encargados de manejar a Valerie y ahora podéis decidir:
¿Dice que sí a ir a
buscarlo o por el contrario convence a Will para no ir con
“el amigo” (porque, admitámoslo, tener dos Will acompañándola a la fiesta de
Sam no puede ser muy bueno) Gracias por todos los comentarios de la anterior
entrada!
Pd: ¡ Ya es 31 ! FELIZ HALLOWEEN!
-P&C.
Me encanta la historia ! Sois geniales jajaja y cuanto mas larga mejor que así hay para rato (:
ResponderEliminarTengo ganas de leer como sigue ^^
I !
Cada vez está mejor!, bueno ya que la pobre Valerie ha hecho el esfuerzo de ir, pues coge al amigo mujer! que así sera más divertido lo del jacuzzi o lo lo que se dige a hacer el dichoso Sam jaja!^^
ResponderEliminarAisssss! Yo no quiero que vaya con el otro amigo, aunque está ganando la encuesta con un sí! ese amigo lo estropearía todo entre ellos... Y me encanta Will, sus pullas son muy sexys y provocativas.
ResponderEliminarLo siento, pero no tengo tiempo para pasarme, otro día os comento más y mejor!
Un besazo chicas:D