«There is a time and a place to die.»

29 de octubre de 2011

Tic, tac....

Esa noche era incapaz de conciliar el sueño. Los rayos de la luna se filtraban entre los resquicios de mi persiana y la luz de la farola dejaba entrever las sombras de la calle, dibujando figuras en la pared de mi habitación. El viento soplaba con fuerza y parecía susurrar agudos siseos a los árboles que agitaban con fuerza las últimas hojas del otoño. Fue entonces cuando me pareció escuchar algo. Susurros espaciados y pautados;  leves murmullos pronunciados con extraña dulzura. Los sonidos se hicieron cada vez más intensos, clavándose en mi cabeza. Formaban frases inteligibles que poco a poco crearon… ritmo. Notas, en mayor parte agudas, empezaron a resonar en mis oídos. Una canción. Una sinfonía alegre e infantil.
Me levanté sobresaltada. Abrí los ojos intentando captar la mayor luz posible para adivinar las figuras que se encontraban en mi habitación. Los murmullos cesaron y todo parecía normal. Recorrí mi cuarto a hurtadillas, no pensaba dormir más. Coloqué mi mano temblorosa en el pomo y un escalofrió recorrió mis terminaciones nerviosas. La casa estaba fría y no me había percatado hasta ahora del vaho que expulsaba por la boca. Acompañada de un crujido abrí la puerta que daba al pasillo. Y en aquel momento salió ante mí como un fantasma surgido de alguna pesadilla; y eso parecía ser. Una niña apareció en medio del pasillo. Sí, la clase de niñas que ves en una película de terror, tan dulces en apariencia y que al final resultan ser menos inocentes de lo que habías pensado.
Sus ropas flotaban al viento que entraba por la ventana y la clara luz concebía reflejos plateados a su pelo azabache. Levantó sus ojos, unos ojos completamente vacíos y oscuros, y sonrió. Cada vez más hasta que me permitió ver sus relucientes dientes, blancos, alineados y escupidos por espesas manchas rojas  que brotaban de sus encías y se escapaban de su boca, hasta caer, gota a gota, en el parqué. Su sonrisa desapareció entre sus labios escarlata y entornó sus ojos oscuros, que atravesaban mi mirada. Cambiando radicalmente de gesto, frunció el ceño y con voz soliviantada me susurró: Tic, tac. Me quedé paralizada, viendo como la niña ladeaba la cabeza y volvía a repetir: Tic, tac, tic, tac… Una y otra vez, cada vez más alto y más rápido hasta que acabó gritando. ¡Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac!
Extendí la mano y apagué el despertador. Me apoyé en la cama y observé el sudor que me corría por la cara, los ojos cansados por falta de sueño, las manos extrañamente frías. El sol entraba por la persiana y el reloj indicaba las diez del 31 de Octubre. "Feliz Halloween"  pensé.

---------------------------------------------------------------------------------------

Esta es la increíble introducción que ha hecho Carol para Halloween. La siguiente historia no dará miedo ni os pondrá los pelos de punta, y será diferente, haremos una cosa que no hemos hecho hasta ahora para que podáis participar vosotros en el desarrollo de la historia. Bueno, eso ya os da una idea, pero estar atentos al blog, se subirá dentro de poco... [Aunque avisamos es un poquito larga ;)]

3 comentarios:

  1. Guau, miedo da un poquillo... Me encantan las historias de miedo, porque me pongo en tensión xD
    Genial la historia, tocaya! ;) Muy escalofriante, y además ya sabes que escribes genial.
    Espero con ganas ver la siguiente entrada, besos chicas:D

    ResponderEliminar
  2. La historia esta genial, y el blog cada vez os queda más impresionante!
    Espero ver la siguiente ;)
    M!

    ResponderEliminar
  3. Vale, menos mal que son las tres y media de la tarde, y el sol entra a raudales por la ventana, porque si no... brrrrrr O_O

    Carol, si ésta es sólo la introducción no quiero ni pensar como será lo que viene. Empezáis esta temporada de Halloween con el listón super alto!
    Besitos!

    ResponderEliminar

Misses Roux están encantadas de que te pases por su pequeña Nueva York y escribas lo que piensas, una sonrisa les quitas. (Todo spam será eliminado)