El
sol se ponía allí donde la tierra acaba. Allí donde el cielo y el mar se
fusionan creando una gran inmensidad abismal. La gran bola en llamas se
resistía a dejar de iluminar el mundo en brillantes destellos naranjas y
dorados, sosteniéndose de las escarpadas paredes de los acantilados negándose a
soltarse. El cielo temblaba y el viento susurraba a las rosadas nubes de
algodón de azúcar. Mi pelo y mi vestido acompañaban a la brisa marina hasta el
fondo del océano. Mis pies se movieron hasta el límite de lo terrenal. Una fina
línea de agua salada me cosquilleó la piel y ascendió por mis terminaciones
nerviosas. Olía a sal, y a hogar.
Allí
fue donde soñé que regresabas. Donde creí ver un gran velero rompiendo las
olas, partiendo el mar en dos mitades y acabando con su gran inmensidad. Allí
fue donde oí a las golondrinas cantar tu regreso, anunciando alegres
tu vuelta a casa y volando por tu lealtad. Donde contemple tu media sonrisa,
donde tu cabello se mecía al viento y donde me sostenías entre tus brazos exhalando
sal. Donde el cielo nos temía. Donde contenía sístoles y
diástoles porque el mar los envidiaba. Donde siempre era luna nueva y donde
las estrellas se apagaban ante el brillo que emitíamos. Pero después desperté.
Abrí los ojos y desperté del sueño que me sumió en la ficción tan ansiada. No
viniste, yo me levanté y no apareciste. Y ahora que el sol se ha rendido a la
luna y los demás astros iluminan la playa, mi corazón sigue prendido de
esperanza.
Esperanza,
no por volver a verte, sino por volver a soñar con tu regreso.
“Y las golondrinas
seguían volando.”
Nose como podeis inventar frases tan preciosas y la foto es simplemente perfecta.
ResponderEliminarI love it! ♥
Ojalá que ese sueño se haga realidad y regrese de verdad.
ResponderEliminar(muymucho bonito)
Es magnífico, es tan bueno que dan ganas de subirlo al Everest y escribirlo en el cielo para que todo el universo lo lea.
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