«There is a time and a place to die.»

25 de mayo de 2012

La muerte de Primavera. (I)


Yo solo corría. Con mi cuerpo desnudo y enjuto quebrándose a cada paso. Con los ojos cerúleos entornados del dolor que me consumía el corazón y me arrebataba el alma. El florido pelo esmeralda empujado por el viento del crepúsculo, aquel que gritaba: Corre, Primavera. Y eso es lo que hacía. No dejaba de correr sintiendo esas manos ásperas que tocaban cada centímetro de mi piel intentando atraparme. Aferrándose a mi ser, arrebatando mi existencia. Corre, Primavera. Como un pequeño cervatillo galopé por los campos floridos que se pudrían a mi espalda. Que perecían como lo estaban haciendo mis entrañas. Tan solo sentía las gotas de ácido en mi garganta, y todas esas manos recorriendo mi cuerpo. Y cuando ya no pude sostenerme sobre mis pies, caí sobre un manto de amapolas negras, a la sombra de los cerezos. Viendo el cielo sombrío, las nubes tronando, gritando: Vive, Primavera. Acariciando mi cara con sus llantos, otorgándome verde esperanza. Pero cuando aquellas manos oscuras me alcanzaron, absorbiendo todo mi ser, mi cabello volvió gris y mi cuerpo se agazapó en espasmos sometido al frío de Invierno. Apareció ante mí su mirada lóbrega y contemplé como las flores del cerezo se cerraban y caían, no queriendo ver a su madre morir.  

(Otra vez, el frío de Invierno quería conquistar todos los meses de año.)


3 comentarios:

  1. Que preciosidad, y cuanta fragilidad desprende la descripción de la primavera, como un pequeño cervatillo.

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  2. Parece como sacado de la historia de Dafne y Apolo, y al mismo tiempo, la naturalidad del ciclo de la vida. Suerte que Primavera siempre renace para darnos un poco de calor.

    Saludiness!

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  3. Parece una pintura de colores. Muy bonito.

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